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jueves, 3 de enero de 2008

Papel de regalo

Acabo de envolver algunas cositas que he comprado últimamente.

En papel de regalo rosado y amarillo. Obviamente, no lo elegí yo. Hubiera elegido el azul, pero éste es el que había.

Las buenas costumbres dicen que los regalos de Reyes hay que comprarlos bastante antes de navidades, por varios motivos. Para evitar acumular todas las compras en el mismo mes, para evitar las alzas de precios, para evitar las multitudes en las tiendas donde se va a comprar, y para tener la cabeza más clara a la hora de elegir.

Este año no he podido hacerlo, ya que la mudanza a Valencia, que los (pocos) que me lean ya conocerán, me ha dejado poco tiempo para ello. Y además, poco dinero.

Sí, es así de triste: para cumplir con la tradición de regalar algo a los familiares, hay que tener dinero para comprarlo. Pocos, muy pocos son los que pueden regalar objetos hechos con sus propias manos, y lamento no estar en ese grupo. Pero puedo presumir de no estar en el grupo de los que comprar por comprar. Incluso con las prisas, he elegido, y comprado, cosas útiles a mis seres queridos.

Y he hecho lo mismo con lo que he pedido. La carta que escribí a SS. MM. los Reyes Magos, evidentemente, no es la que publiqué en esta bitácora, pero se le parece bastante, incluyendo varios objetos que necesito, y pocas cosas por gusto.

Lamentablemente, esto no es la norma. Paseando por los centros comerciales vi una masa descerebrada de los que normalmente considero mis congéneres comprando cosas simplemente porque "está barato", porque "me gusta, así que le va a gustar" o porque "tengo que comprarle algo". Consumir por consumir, sin medida y sin buen gusto, comprando cosas sólo porque están en el montón grande que el centro comercial de turno pone en el centro del pasillo.

Somos una sociedad civilizada. ¿Podemos decir que somos una sociedad avanzada?