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domingo, 23 de septiembre de 2007

Científicos e Ingenieros

Ayer mantuve una conversación, bastante interesante, sobre las diferencias entre científicos e ingenieros.

La primera es que los científicos prefieren las fórmulas, y los ingenieros las tablas. ¿A qué puede deberse?

Creo que es cosa, sobre todo, de que los científicos entienden las fórmulas, así que pueden decidir, al ir a aplicarlas, qué partes de las fórmulas son importantes y cuáles no, y pueden ignorarlas o hacer aproximaciones que funcionan. Saben pensar y razonar, y les interesa saber por qué pasan las cosas, y cómo. Los ingenieros, en cambio, no entienden las fórmulas, ni les importa, porque ya tienen las tablas hechas, basadas en las fórmulas ya aplicadas y aproximadas adecuadamente al caso. Una tabla para cada caso. Saben crear estructuras y aplicaciones complicadas que los científicos ni siquiera imaginan, pero no saben por qué todo eso funciona, ni les importa. Lo importante es que saben que funciona, porque lo dice la tabla, con un margen de seguridad suficiente.

Ojo, que no estoy haciendo de menos ni a ingenieros ni a científicos. Ambos son necesarios en una sociedad desarrollada. Un físico sabe por qué un puente se construye de determinada manera, y se pone con las fórmulas, puede obtener qué peso soportará ese puente, qué viento, que tiempo de oxidación... pero si le dan el barranco sin puente, no hubiera sido capaz de diseñar uno. El ingeniero, en cambio, es el que diseñó el puente, de tal manera que las tablas dieran que iba a aguantar determinado peso, determinado viento, determinadas vibraciones, pero sin las tablas se hubiera visto perdido.

Un físico y un ingeniero juntos, sin tablas y sin puente, hubieran sido capaces de diseñarlo también.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Naranjas de ¿Valencia?

Es curioso. Vivo (o sobrevivo) en Valencia. La tierra de las naranjas.

Echo de menos mi Canarias, "bendita mi tierra guanche". Echo de menos el barraquito. Echo de menos el Atlántico. Echo de menos que las series de la Cuatro empiecen a las nueve. Vale, nueve y cuarto.

Echo de menos mis relaciones personales. Mucha gente en Canarias quedó atrás.

Pero aparte de las relaciones, lo que más echo de menos son las naranjas.

En la tierra de las naranjas no encuentro naranjas decentes: todas las que hay son naranjas valencianas, pero es imposible encontrar las que en Canarias llamamos "naranjas del país".

La naranja valenciana es grande y dulce, y da mucho jugo. La naranja canaria, en cambio, es pequeña y da relativamente poco jugo. No es tan rentable... pero tampoco es tan dulce.

Un jugo de naranja de naranjas "del país" levanta a un muerto. A mi me valía, en Canarias, para despertarme y pasar media mañana, hasta que llegaba la hora del barraquito. Ahora en valencia, me puedo tomar un litro que sigo medio dormido.

Echo de menos las naranjas de Canarias...

jueves, 13 de septiembre de 2007

A más cadenas, menos contenidos

Me he mudado. A un piso donde se recibe señal de TDT.

Es curioso constatar que cuantas más cadenas hay, menos contenidos hay en ellas. Antes, con dos cadenas (de tener una no me acuerdo), siempre había algo que ver. La primera cadena era de la televisión pública, y por ello un servicio público, y la segunda cadena, más.

Hoy, con 6 cadenas generalistas, dos canales autonómicos (aquí, mas los de otras comunidades), un par de puñados de cadenas locales y los canales de la TDT, resulta que la mitad del tiempo no hay nada que ver.

Aparte de cantidades ingentes de publicidad, tenemos las redifusiones, las teletiendas y las series repetidas, "tripitidas" o "cuatripitidas".

Incluso las cadenas menos culpables, como Cuatro, con programaciones siempre frescas, repiten capítulos de temporadas anteriores de las series del prime time (u hora de máxima audiencia, en castellano).

¿Nos quieren entontecer a base de esconder la información relevante en un exceso de información irrelevante?


¿Quieren acabar de convertir ciudadanos en consumidores?

lunes, 3 de septiembre de 2007

Oye qué cosa el café

Hay sitios donde no saben servir un buen café. De ninguna de las maneras.

La manera más sencilla es el simple y clásico café sólo, o negro. Hay sitios donde hacen una colada casi perfecta, y otros donde dejan colar más de la cuenta, y el café queda aguado. Y antes de servirlo tiran la mitad de lo colado, creyendo que lo arreglan.

No señor. Si lo ha hecho usted mal, lo repite, y punto. Y si se lo pido doble, no quiero decir el doble de agua en la colada, quiero decir que haga dos coladas en la misma taza, o en su defecto una con doble carga.

Y me lo sirve usted en una taza de porcelana. ¿Me oye?

También existe el cortado. Como el café solo, pero con leche. Servido en un vasito corto, y más o menos la misma cantidad de leche que de café, salvo que lo pidan corto, o largo (corto de café, o largo de café).

El siguiente en tamaño es el rey de la creación. El insuperable invento del barraquito.

El barraquito bien hecho comienza con la elección del vaso. El vaso de barraquito es alto, sin llegar a ser un vaso de tubo, aproximadamente del doble de altura que el vaso de cortado, sin llegar a la capacidad de una taza grande. Debe, también, ser casi recto, aunque se abre poco a poco, y sin adornos, completamente liso.

Punto indispensable en el barraquito es poner en el fondo del vaso un dedo o dedo y medio de leche condensada, maravilloso producto que fue la alimentación base, junto a la leche en polvo, de muchos niños canarios durante la posguerra. Tan indispensable es, que en más sitios de lo que es sano entienden por barraquito simplemente un cortado que tenga leche condensada.

No señor. Si quiero un cortado con leche condensada, lo pido por su nombre: un leche y leche.

Como hablamos de café, pues evidentemente el segundo paso del barraquito es el café. Una colada semejante a la de un café sólo o a la de un cortado, pero quizá un poco más larga.

Tercer elemento conformante del barraquito es la leche, bien calentada al vapor hasta hervirla, pero sin aguarla. Y ojo, que no es fácil de hacer.

Para nota, la espuma. Los buenos camareros cuando calientan la leche para el barraquito hacen una cantidad respetable de espuma en la jarra de la leche, espuma que debe servirse en el vaso, desde la propia jarra, sin necesidad de cucharilla si uno es un profesional de detrás de la barra.

Como comenté arriba, esto es lo que sirven por barraquito, o mejor dicho estafan por tal, en más sitios de la cuenta. Sin embargo, faltan aún ingredientes en la receta. Uno de ellos es un poco de canela en polvo, espolvoreada sobre la espuma de leche justo antes de servir. Otro es un trozo de corteza de limón, que junto a la canela y la leche condensada dan al sagrado barraquito un sabor inconfundible, inigualable, un perfecto sabor a Canarias, en particular a Tenerife.

El último ingrediente, discutible por lo que tiene de alcohólico, es un ligero toque de licor de canela, licor 43 o algún otro licor semejante. Apenas un toque, que basta para conformar el barraquito bautizado, que es norma en algunos sitios, salvo que se pida expresamente sin acristianar, siendo que en otros sitios el estándar es el barraquito sin licor, debiendo pedirse el bautizo expresamente.

Nota de sobresaliente, en algunos camareros, es añadir al brebaje un grano de café sin moler, aunque no con ello se pueda convertir en aceptable un barraquito sin la canela o el limón, o en bueno uno sin espuma.

El barraquito, y el café en general, son parte importante de la vida de Tenerife. Los funcionarios no hacen la pausa del café, hacen la del barraquito. Los tinerfeños no se distinguen en Gran Canaria por pedir el agua del tiempo, sino por pedir un barraquito. Los turistas con más de medio dedo de frente (ese medio dedo que se necesita para tostarse, vuelta y vira, al sol de día y emborracharse de noche) no se van con el sabor del plátano en la garganta y en la memoria, sino con el del barraquito.

Tan importante es el café que uno de los grupos de la movida canaria, por darle un nombre, le dedicó una de sus canciones.

Gracias, Palmera, por tus discos, y por esta canción:

Sí, los párpados me llevan a dormir.
Las manos no soportan el bolígrafo, tengo que seguir.
Sí, el sueño está empezándome a llegar.
Alguna cosa fuerte me voy a tomar, no puedo parar.

Oye qué cosa el café, que me pone bien,
que me quita todo el sueño, que me deja como
nuevo otra vez.
Oye qué cosa el café, que me pone bien,
que me quita todo el sueño, que me deja como
nuevo otra vez.

Sí, los dedos no me dejan escribir.
El cuerpo no me aguanta ni un asalto más, tengo que seguir.
Sí, la vista se me nubla sin cesar.
Alguna cosa fuerte me voy a tomar, no puedo parar.

Oye qué cosa el café, que me pone bien,
que me quita todo el sueño, que me deja como
nuevo otra vez.
Oye qué cosa el café, que me pone bien,
que me quita todo el sueño, que me deja como
nuevo otra vez.

Sí, el tiempo va pasando sin durar.
Las horas de la noche quiero aprovechar, no puedo parar.

Oye qué cosa el café, que me pone bien,
que me quita todo el sueño, que me deja como
nuevo otra vez.
Oye qué cosa el café, que me pone bien,
que me quita todo el sueño, que me deja como
nuevo otra vez.