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martes, 19 de febrero de 2008

El Valenciano

Antes de que ningún valenciano me lo diga, sí, soy de fuera. Soy un inmigrante en esta tierra. No un inmigrante extranjero, sino un inmigrante interior, pero un recién llegado en cualquier caso. Y aunque puedan pensar que por ello no tengo derecho a opinar en este tema, es más bien al contrario. Tengo derecho a opinar porque me afecta, porque yo tengo que ver los anuncios públicos y ser atendido en las tiendas, y el idioma en que tenga que hacerlo me afecta. Y además, precisamente por ser un recién llegado vengo con opiniones frescas, no enquistadas por siglos de discusión, al tiempo que ya llevo aquí lo suficiente para permitirme opinar con conocimiento de causa.

Por otro lado, para beneficio de quien no entienda el problema, diré que en Valencia se hablan dos idiomas. Uno, habitualmente conocido como 'castellano', y nombrado en otros lares como 'español', es el idioma oficial de España (y de otros países en América y África, y pronto de nuevo en Asia). Otro, nombrado por aquí como 'valenciano' y conocido académicamente como 'catalán', es el idioma oficial de Andorra, y es cooficial con el castellano aquí en Valencia y en otras tierras españolas. Viene parte del problema de que durante la dictadura de mediados del siglo pasado el Gobierno trató de imponer el castellano como lengua única de España (y no fue el primer intento, ni será el último), lo que evidentemente provocó un movimiento de reacción, en parte identitario, en parte político, que lleva a la situación actual tras la Transición y las reiteradas concesiones de los distintos gobiernos centrales de España a sus socios nacionalistas a los que necesitaban para gobernar.

Hoy, en el movimiento general de rejuvenecido fraccionamiento étnico-político de Europa, el mismo que ha llevado a dos Guerras Mundiales, los grupos nacionalistas de las regiones de España en que se habla más de un idioma (gallego, vascuence o catalán) esgrimen el idioma como una causa más de división, tratando de imponer "su" lengua por encima de la de todos.

Así, cuando viajé a Barcelona (Cataluña) en el pasado me encontré en el extranjero, estando en mi propio país.

Hoy, aquí en Valencia, la experiencia que tengo es completamente distinta. Los carteles oficiales suelen estar en los dos idiomas, la gente de la calle utiliza tanto un idioma como el otro, y los que tienen como idioma materno el valenciano tienen la buena educación de cambiar al castellano cuando hablan con alguien que no lo entiende.

No me sienta mal, no me puede sentar mal, que me saluden "Bon dia" cuando entro a una tienda. Me acontecía en Barcelona y me ocurre en Valencia. Sin embargo en Barcelona algunos dependientes se empeñaban en seguir hablándome en catalán cuando yo les contestaba "Buenos días", cosa que nunca he sufrido aquí en Valencia.

Como notable ejemplo de la buena educación valenciana con respecto al idioma, que deberían aprender al otro lado del Ebro, está el caso de dos de mis asignaturas, impartidas en valenciano. En ellas, los profesores hablaban regularmente en el idioma vehicular de la asignatura, el valenciano. Pero conscientes de que tenían alumnos de toda España, que no tenemos la obligación de conocer el idioma, preguntaban de vez en cuando si lo entendíamos todo. Y aún más, si uno de nosotros hacía una pregunta, evidentemente en castellano, la contestaban en castellano, volviendo al valenciano sólo (y automáticamente) cuando retomaban el hilo de la clase.