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jueves, 29 de enero de 2009

Exceso de tecnología

Es curioso, pero yo, que vivo (es un decir) de la informática, a veces pienso que las tecnologías digitales nos rodean en exceso.

Justamente hoy, volviendo a casa en metro, en las paradas de fuera del casco de la ciudad, donde el coche ya circula en superficie, me llamó la atención ver a una mujer que, al llegar a su parada, para ver si realmente debía apearse allí en vez de mirar por la puerta miró el letrero luminoso que hay sobre esta, esperando ver en pixelados caracteres rojos el nombre de la parada. Curioso, ya que siendo su parada lo lógico es que la reconociera de un vistazo a través de las ventanillas o, incluso, de la puerta que otro viajero ya había abierto delante suyo.

El detalle sin importancia me hizo pensar. ¿No nos estaremos volviendo demasiado dependientes de las máquinas?

Ahora, si me perdonan, voy a jugar una partida de solitario. En la pantalla, por supuesto...

sábado, 17 de enero de 2009

La SGAE permite registrar como propias canciones anónimas del folclore español

Vía Blog de spycho80.

Pues sí, como lo oyen (leen). Resulta que en esta noticia de ABC, citada aquí por Libertad Digital, se deja bastante claro que la cueva de ladrones ya no se conforma por robarnos a todos con el Canon por Copia Privada (y repartirlo entre los suyos como le da la gana), al amparo de (una pésima interpretación de) la Ley, sino que han demostrado que van incluso más allá de la fina línea de la legalidad, dedicándose a colar detectives en actos privados (por lo que ya ha sido condenada) y a cobrar derechos de autor por canciones que no los generan.

Aclara la noticia de Alberto García Reyes para ABC que la Cosa Suya (que no Nostra) no se hace responsable de la exactitud de los datos de su registro de obras, aunque no por ello deja de utilizarlos para cobrar (¿extorsionar?) a los intérpretes de obras tradicionales. Cuenta también que el cobro ocurre porque muchas obras tradicionales o anónimas están registradas más de una vez, como obras en el Dominio Público (como corresponde) y como obras con autor conocido. Y a la hora de cobrar, los del pollo frito se deciden por el registro que les permite mamar un poco más. Para muestra, un botón del propio García Reyes en ABC:

Un ejemplo clarificador es El Vito, un canto popular andaluz cuyo origen está, según los folcloristas, en el siglo XVII, algo que queda probado con la litografía que pintó Goya con este título un siglo después, en 1824, para reflejar la danza y el canto que le dan nombre. Esta pieza tiene 106 registros en el archivo de la SGAE. Un noventa por ciento de ellos aparece como obra de dominio público sobre la que se realiza una versión. Pero la pieza también tiene registros en los que se le asigna autores originales. Uno de ellos es Antonio Sánchez Castro. Otro, Santiago Lope Gonzalo (1871-1906).

Son dos ejemplos cogidos al azar de la larga lista, en la que aparecen nombres tan ilustres como Federico García Lorca, quien, efectivamente, grabó El Vito en 1931 acompañando al piano a La Argentinita en una obra titulada «Canciones populares españolas». Lo curioso es que el propio Lorca reconoce en el título de la obra completa, «Colección de Canciones Populares Antiguas», que no es el autor original de esta pieza, a pesar de lo cual en la SGAE se le considera autor. Sus derechos los gestiona la Unión Musical Española y caducan en 2011.


No seré yo quien, aquí tampoco, niegue, ni siquiera a una organización antidemocrática y preconstitucional, el derecho a defenderse. Por ello recojo esta otra noticia de ABC titulada «La música folclórica también tiene autor», dice la entidad de gestión. Aunque ni siquiera de este modo quedan bien parados.

Cosas veredes, amigo Sancho...

sábado, 3 de enero de 2009

Otra estafa a los ciudadanos

A la empresa supuestamente pública que se encarga del transporte en metro y tranvía en Valencia se le acaba de ocurrir que no es bastante con subir las tarifas, como todos los años, sino que además ahora cobra por el soporte del billete, es decir, el cartoncito.

Lo que antes costaba, por ejemplo, 6,10€ (el abono de diez viajes en la zona metropolitana) ahora cuesta 6,50€ (una subida del 6,6% en plena crisis), pero, además, cobran 1€ más por el cartón. Y quieras o no, tienes que renovarlo, no es que te lo cobren y ya te valga para siempre. Y no solamente eso, sino que como ahora el cartoncito de marras (lo que antes era "el bono") es RFID, cualquiera con un lector adecuado puede averiguar si llevas uno en el bolsillo, un golpe electromagnético fuerte puede dejarte sin él (igual que borrar un disco duro), si lo pierdes o te lo roban pierdes más, y toda otra suerte de inconveniencias solamente para que los que maman del presupuesto público puedan mamar más.

Eso sí, es más mono. Lo digo por encontrarle algo positivo.