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sábado, 20 de octubre de 2012

Los 80

Hay muchos mensajes por ahí hablando de los 80. Son muy típicos y previsibles: que si podíamos jugar en la calle, que si sólo había dos canales, que si somos la última generación que conoció las cintas de casete, que si conocimos el Spectrum y el Commodore...

Yo crecí en los ochenta, y no es nada de todo eso lo que echo de menos en los niños que crecen hoy.

En los ochenta respetábamos a nuestros padres, a nuestros profesores, y a todas las personas mayores. Si una persona mayor te decía que hicieras algo lo hacías y punto. Si tus padres te castigaban, estabas castigado y punto. Y si alcanzabas zapatilla o cinturón sabías que te lo merecías: ni pensar en denunciar a tus padres al juez de menores.

Nosotros aprendimos a calcular de cabeza, a hacer raíces cuadradas aún en la EGB y a resolver ecuaciones. Hoy dile a una cajera dieciochoañera del supermercado que te de las vueltas sin usar la caja: puedes esperar sentado.

Nosotros aprendimos a leer y a escribir, y a entender lo que leíamos: teníamos que comentarlo y discutirlo. Dile a cualquier universitario de hoy en día que si sabe por qué España está precisamente como está en esta crisis: no sabrá ni entender la pregunta.

Nosotros recibíamos, con suerte, tres o cuatro juguetes por Reyes y una paga de veinte duros. Mira a ver si hay un niño de hoy en día que se conforme con menos de veinte euros a la semana (por cierto, para los que lean esto y no sean de la EGB, veinte euros son más de tres mil pesetas) y la XBox, la Nintendo o la Playstation. Por eso nosotros aprendimos a controlar los gastos, sin renunciar a un capricho de vez en cuando, mientras que ves cómo a otros se les va el dinero de las manos. Sabemos que las cosas cuestan, y trabajamos, en vez de esperar a que papá (o papá Estado) nos lo pague todo.

Claro que el mérito no es solamente nuestro: han cambiado muchas cosas. Nuestros padres nos criaron de esa manera y los padres (y los maestros) de hoy no lo hacen. Nosotros somos del momento en que España empezaba a ser un país europeo, y los niños de hoy han crecido creyendo que España va bien.

Así que no: lo que nos diferencia, lo que nos hace especiales no es el Delórean, ni Kiss, ni Parchís, ni Sabrina, ni el Bic naranja, ni jugar en la calle, ni las cintas de casete. No somos la generación de las hombreras, ni la ropa hortera, ni la tele en dos canales.

Somos la última generación que sabe lo que es el respeto.

Pero sí es verdad que nos lo pasamos bien.

Gracias.

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