Negocios cambiados
Hoy he dado un paseo por mi ciudad, La Laguna. Un paseo particularmente largo y enrevesado. Y me di cuenta de cuántas cosas pueden cambiar en una ciudad cuando uno lleva cierto tiempo sin pasearla.
Una pescadería cerrada. Una antigua tienda de ropa barata convertida en bazar. Un taller de televisiones convertido en floristería. Un estudio de fotografía cerrado. Una tienda de lencería erótica cerrada. Una imprenta cambiada de nombre y de sitio. Un bar centenario cerrado. Una tienda de discos convertida en tienda de ropa. Una zapatería convertida en cafetería. Varios otros negocios convertidos en bancos.
Los negocios cambian. La gente cambia. Los gustos de compra de la gente cambian, y sus posibilidades económicas también.
Esos cambios hacen que las ciudades estén vivas. Que no sean simples monumentos, eternamente estáticos e inamovibles.
Da pena ver que negocios que conociste de toda la vida han cerrado, pero si no, no habría nuevos negocios que, quizá, sean más útiles, baratos o mejor atendidos.
Y estar mejor atendidos es justamente lo que a bastantes negocios del centro de La Laguna les falta.
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